jueves, 20 de noviembre de 2014

Palco de Prensa: Entre la espada y …. (le restan aún 4 años de su gestión)

Por Gilberto Lavenant
La clase política mexicana, está impactada, por lo que está viviendo el Presidente de la República Enrique Peña Nieto. Prácticamente, entre la espada y la pared. Con las manos en la masa. Los dedos atrapados en la puerta. Ni para donde hacerse.

Todavía hasta antes del 2000, cuando el PRI pierde la Presidencia de la República, la figura presidencial era intocable e incuestionable. Cuidado que en algún medio impreso cuestionaran algún acto o hecho presidencial, porque se le suspendía el abasto de papel y se le cortaba de tajo la publicidad oficial. Lo dijo López Portillo : “No pago para que me peguen.”
Y si se trataba de un medio electrónico, mínimo, se pedía el retiro del periodista o conductor que había planteado tal cuestionamiento, se advertía la posible cancelación de la concesión y surgían una serie de contra tiempos, que vaticinaban el fracaso de la empresa.
Los tiempos cambian. Ahora, la investidura presidencial, ya no es un blindaje para quien la ostenta. Sus actos deben ser perfectos y lícitos, explicables y justificables, para que su actuación no sea materia de dudas, ni genere sospechas.
Lo está experimentando Peña Nieto. Apenas a dos años del inicio de su gestión. Diversos hechos y circunstancias, le han provocado múltiples cuestionamientos. De paso, sus lentas reacciones y titubeos, le hacen ver débil.
Lo grave es que a Peña Nieto, se le quebraron todos los platos a un mismo tiempo. Como al malabarista, que de pronto pierde el equilibrio y ya no puede mantener en el aire, los objetos con los que ejecuta una determinada suerte.
La presunta desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, en la que se evidencia la confabulación de narcotraficantes y políticos.
El asesinato de 22 personas, presuntos secuestradores, por militares, en Tlatlaya, en el Estado de México.
El caos provocado por malandros en varias comunidades, escudándose en el dolor e indignación de los padres de los normalistas desaparecidos.
Una fastuosa Casa Blanca, con valor de 86 millones de pesos, de dudosa adquisición, en la que aparece como parte vendedora, empresas beneficiadas con contratos de obras multimillonarios, durante su gestión como Gobernador.
Empresas estas que forman parte de un grupo empresarial, méxico-chino, beneficiado con la asignación de una línea de tren rápido, por un monto de 50 mil millones de dólares, cuya licitación se vió obligado a cancelar, ante las sospechas generadas.
Si al menos hubiera sido, uno y luego otro, y luego el siguiente. Hasta los buenos bateadores “se hacen bolas”, cuando les lanzan más de una bola.
Nada justifica, que no se haya detectado, oportunamente, las perversas relaciones de gobernantes y delincuentes, que fue lo que al final de cuentas provocó la desaparición de los normalistas.
Por más que su esposa Angélica, haga cuentas de sus ingresos por sus actividades artísticas, nadie creerá que con sus propios recursos adquirió la citada Casa Blanca, y que el hecho de que una de las empresas filiales del grupo beneficiado con la licitación del tren rápido y contratos millonarios en el Estado de México, sea una simple coincidencia.
Se necesitan mucho más que meras declaraciones, para disipar dudas y sospechas. El Presidente de México, ha perdido mucho de la autoridad moral que requiere para el cabal desempeño de la investidura que ostenta.
Es algo común, en las empresas medianas o de regular tamaño, que los proveedores ofrecen obsequios especiales a los directivos, para ganar contratos. Sin duda alguna, lo mismo ocurre con los gobernantes a todos los niveles.
Pero que se ubique, aunque sea imaginariamente, al Primer Mandatario, en ese tipo de relaciones, es, además de escandaloso, vergonzante.
¿Cómo emprender una seria batalla contra la corrupción, si el Presidente accede a los regalos y a las componendas? Por algo se dice que el que es buen juez, por su casa empieza, o bien, que las escaleras se barren de arriba hacia abajo.
Lo único bueno, de todo esto, es que lo que está padeciendo el Presidente Peña Nieto, debe servir para que sea más claro en sus actos, tanto públicos, como privados.
Que entienda, que debe ser ejemplo para todos los gobernantes y políticos en general. Que los demás entiendan, que ya nadie está exento de cuestionamientos.
En especial, que Peña Nieto debe ser más exigente con sus colaboradores, e incluso consigo mismo, en el desempeño de sus funciones. Eso de apenas darse cuenta, que los grupos violentos, que causan desmanes y destrozos, tienen intenciones desestabilizadoras, es lamentable y signo de debilidad.
Al Presidente Peña Nieto, le restan aún 4 años de su gestión, para hacer las rectificaciones y acciones pertinentes, urgentes y necesarias, para corregir el rumbo, que permitan brindar seguridad, paz, bienestar y progreso a los mexicanos. Aún es tiempo.
gil_lavenants@hotmail.com

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